En junio de 1988 se redactó el proyecto de restauración del Ponte Freixo, uno de los tres puentes romanos de Galicia que ha llegado hasta nosotros prácticamente completo y sin apenas reformas, por los ingenieros de caminos S. Alvarado, M. Durán y C. Nárdiz. El puente facilitaba el cruce del río Arnoia a la vía que unía la mansión Aquis Querquernis en la Via Nova y la capital conventual Lucus Augusti. Tiene cuatro bóvedas de medio punto de sillería de granito, opus cuadratum, con una composición dimensional, formal y constructiva simétrica. La rasante de la plataforma es horizontal y su ancho de 4,60 m. Las pilas, no muy altas, de planta rectangular, tienen tajamares triangulares pero carecen de espolones.
El vaciado de los rellenos de los tímpanos durante las obras de 1989 permitió descubrir un refuerzo interior de las bóvedas consistente en una segunda rosca de sillares añadida en el trasdós desde arranques hasta los riñones, que reforzaba esta parte baja y que hoy sabemos que incrementaba la estabilidad de las bóvedas al facilitar el paso de la línea de presiones por dentro de la fábrica. La trabazón de la fábrica en la pila central y en los estribos se consiguió alternando hiladas de sillares estandarizados colocados a soga y a tizón, y en los tajamares con grapas en doble cola de milano.